“Los tiempos han cambiado y yo soy moderna”. Construcción y evolución de las identidades femeninas durante la apertura franquista

El caso de la revista juvenil Sissi (1958-1963) y sus predecesoras

‘Times have changed and I am a modern girl’. Development and evolution of the female identities during Franco dictatorship openness: the differences between the female teen magazine Sissi and its predecessors

DOI : 10.52497/kairos.727

Translation(s):
« Les temps ont changé et je suis moderne ». Construction et évolution des identités féminines pendant la période d’ouverture du franquisme

Abstracts

Resumen: Durante los años del Franquismo las jóvenes españolas tuvieron poca variedad de roles de género entre los que elegir más allá de los que el propio régimen pregonaba, basados siempre en los valores tradicionales y católicos. Las primeras revistas juveniles femeninas que aparecieron, como Mis chicas, se hicieron eco de dichos valores proclamando la plenitud de ser madre y ama de casa, mensaje que no dudaron en repetir otras editoriales que no dependían del régimen, como sucedió con la revista Florita, que pese a su aspecto moderno seguía manteniendo su discurso tradicional. De este modo, la publicación de Sissi a finales de los años cincuenta representó un importante cambio, pues mostraba un escenario diferente, en el que las mujeres podían formarse, enamorarse y trabajar fuera de sus casas. Pero Sissi mostraba una tensión interna entre los viejos discursos y las nuevas costumbres que empezaban a llegar a España. Para entender si la revista realmente reflejaba los cambios que se producían y representó un avance con respecto a los modelos de género tradicionales, el presente artículo analiza la diferencia entre Sissi y las publicaciones que la precedieron, prestando atención al modo en que se producían sus contenidos, la influencia real que tuvo la censura y el mensaje que planteaban, mostrando sus propias contradicciones internas.

Abstract: In Francoist Spain role models were scarce for young women as the Spanish State instilled in them Catholic and very traditional values. Early female teen magazines as Mis chicas preached the joys of being a housewife and a mother, and even independent publishers repeated those messages, as in Florita, a popular modern looking magazine but with a traditional discourse. The launch of Sissi in late 50s represented an important change because showed a different world where women could study, fall in love and have jobs outside the home. But Sissi showed a struggle between the old ways and the modern ones. Was the magazine an improvement over the old role models? Did it reflected the changes lived in Spain? This article analyses the differences between Sissi and other female teen magazines, attending to the way magazines were produced, the influence of the State censorship and the message they conveyed, and shows the tensions within the magazines themselves.

Index

Keywords

Spanish comics, Francoist Spain, Gender Studies, Cultural Studies.

Palabras claves

Historieta española, Franquismo, Estudios de género, Estudios culturales.

Outline

Text

Introducción

Durante los casi cuarenta años que duró en España la dictadura del general Franco, las publicaciones infantiles y juveniles jugaron un importante papel como forma de entretenimiento, destacando principalmente los tebeos (revistas de contenido variado pero con especial peso de las historietas) que, pese a competir a partir de los años cincuenta con la radio y la televisión, mantuvieron una enorme aceptación entre la población, con cabeceras que alcanzaron tiradas de decenas de miles de ejemplares (Guiral, 2005: 123). Obviamente, igual que todos los demás medios de comunicación, los tebeos también fueron supervisados por un aparato censor, cada vez más sofisticado, que entre otras medidas iba a exigir que los contenidos de las publicaciones se determinasen de acuerdo al sexo y la edad de su público objetivo.

Esta división entre hombres y mujeres se hizo especialmente evidente en publicaciones como Mis Chicas (1941-1950) o Florita (1949-1961), donde los contenidos destinados a la formación moral llegaron a ser, en ocasiones, tan importantes como aquellos dedicados a la aventura o el humor (Loranca de Castro, 2013: 80; Jiménez Morales, 2011: 161), algo que en absoluto sucedía en las revistas infantiles y juveniles dirigidas al público masculino, cuya principal prioridad iba a ser distraer a los lectores de la realidad (Martín, 2000: 110-111). Es por ello que el lanzamiento por parte de la Editorial Bruguera de la revista femenina Sissi en 1958 resultó, sin duda alguna, un soplo de aire fresco en el mercado editorial, en tanto que era una publicación destinada principalmente al entretenimiento a través de chistes gráficos, historietas y relatos románticos, secciones de correspondencia y numerosos artículos sobre estrellas del cine (véase ilustración 1); cierto es que también había una sección que ofrecía consejos de conducta, pero el espacio que ocupaba era ínfimo dentro de la revista y, en cualquier caso, su tono resultaba muy diferente al de las publicaciones mencionadas anteriormente.

Ilustración 1. A la izquierda, portada de Mis chicas n.º 52 (1942), a la derecha, Sissi n.º 228 (1962).

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Mientras que una ofrece una bucólica imagen de la Virgen rodeada por ángeles y niñas que deja intuir los contenidos morales de su interior, la otra se centra en el entretenimiento, ofreciendo en su interior una biografía en imágenes de la actriz Sophia Loren.

Mis chicas, n.os 1-407 (1941-1950), Gilsa Ediciones; Sissi, n.os 1-273 (1958-1963), ©Editorial Bruguera.

Esta importante novedad tanto en los contenidos como en el tono de Sissi, imitada posteriormente por otras revistas, se ha relacionado tradicionalmente con la mejora del nivel de vida en España y el aumento de la presencia de la población femenina en el mercado laboral, dando lugar a nuevas formas de representación (Ramírez, 1975: 73 y 89). Y es que, aunque los hombres y las mujeres encargados de la publicación nunca tuvieron como objetivo hacer una radiografía de su época, es indudable que necesitaron mostrar escenarios, personajes y situaciones que fuesen reconocibles y resultaran interesantes para su joven público; de igual modo, los diversos artículos hablaban de temas que interesaban a la juventud, y por lo tanto nos hablan de su tiempo, pese a que ese no era su objetivo. Sin embargo, aunque es indudable que Sissi reflejó los cambios que experimentaba el país, cabe preguntarse si realmente se produjo una ruptura del mensaje anterior o si simplemente se adaptaba a los tiempos, cambiando en su forma pero apenas modificando su contenido. A fin de cuentas, también las revistas dirigidas a mujeres adultas habían experimentado un cambio, dedicando nuevos espacios a la moda, la belleza y el mundo de los famosos, pero siempre enfocadas desde un ideal muy concreto: el de las mujeres como esposas-madres-amas de casa (Muñoz Ruiz, 2003: 99-100). Por su parte, aunque la formación femenina había mejorado respecto a la década anterior, el currículo escolar seguía incluyendo cuestiones como el cuidado del hogar, la moral femenina o el comportamiento refinado de las damas, mostrando de ese modo que el modelo de femineidad que el régimen de Franco ambicionaba para la población femenina no había cambiado, pese a las transformaciones económicas amparadas desde el poder (Morcillo Gómez, 2015: 109).

Por todo ello, queremos indagar cuáles fueron los cambios que trajo Sissi, y para ello es necesario conocer los contenidos de sus dos principales predecesoras, las ya mencionadas Mis chicas y Florita. Hemos elegido estas publicaciones porque presentan una continuidad en los contenidos, mezclando consejos, historietas, relatos y artículos, lo que permite ver una evolución en conjunto que sería imposible discernir, por ejemplo, en un tebeo donde solo primase uno de estos contenidos. Es por esa razón que no hemos utilizado otros títulos contemporáneos como Ardillitas (1953-1966), que se centraba en historietas románticas y de cuentos de hadas, o Lilian, azafata del aire (1960-1961), que narraba las aventuras de una azafata, ya que eran un modelo de revista diferente al de Sissi. Al analizar los roles femeninos mostrados en estas publicaciones podremos comprender mejor hasta qué punto Sissi marcó una diferencia, permitiéndonos discernir si realmente planteó nuevos modelos de identidad femenina. Para ello, la presente investigación analiza tanto la forma en que se realizaban las revistas (¿quiénes las hacían, qué objetivo tenían sus contenidos y cómo les afectaba la censura?) como el mensaje que imperaba en sus páginas.

La producción y los contenidos de las revistas

Para comenzar a comprender el proceso de producción, lo primero que hay que tener presente es que el contenido de las revistas dependía en gran medida de los objetivos marcados por la persona al frente de la misma, aunque también hay que tener en cuenta otros dos factores: por un lado, los colaboradores que escribían y dibujaban; por otro, la censura.

En este sentido, la aparición de la revista Mis chicas en 1941 mostraba en buena medida el espíritu autárquico del régimen; dirigida por Consuelo Gil Roësset, quien fuera activa colaboradora de la prensa sublevada durante la Guerra Civil (Rodríguez Moreno, 2016: 240), la publicación dependía originalmente de la Delegación de Prensa y Propaganda de Falange Española Tradicionalista y de las JONS (si bien posteriormente pasó a ser propiedad de su directora), por lo que no solo se benefició de la escasa competencia existente, sino que además obtuvo del Estado cuotas de papel subvencionado en una época en la que el racionamiento de este insumo era un problema serio para las editoriales (Martín, 2000: 98-99 y 112). De este modo, Mis chicas gozó de una clara ventaja, que le permitió salir a la venta con un precio muy competitivo y, al mismo tiempo, invertir en una selección de los mejores dibujantes de su época (Barrero, 2014: 100), entre los que iba a destacar sobre todo Jesús Blasco, que tuvo una gran libertad artística, lo que le permitió mantenerse al margen del mensaje adoctrinador de la publicación (Noguero, 2020: 6).

Ilustración 2. Portada y página interior de Mis chicas n.º 154 (1944).

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A la izquierda puede apreciarse la historieta “Anita Diminuta”, de Jesús Blasco, un contenido de entretenimiento al que acompañaban secciones de costura, cocina, moral, etc.

Mis chicas, n.os 1-407 (1941-1950), ©Gilsa Ediciones.

Los contenidos de esparcimiento se centraban en el humor y la aventura, que podían presentarse en forma de historietas, relatos por entregas o, ya en los momentos finales de la publicación, artículos sobre cine. Los apartados pedagógicos instruían sobre literatura y personajes españoles, además de tratar temas religiosos y morales, como eran los casos de “El tesoro escondido” y “Carta de la tía Catalina”, respectivamente. Los consejos prácticos enseñaban a realizar manualidades y sencillos platos de cocina, además de dar indicaciones para limpiar la casa con eficiencia. Finalmente, las secciones de correspondencia favorecían la comunicación con las lectoras. Conocer la edad exacta de las lectoras es complicado: entre 1942 y 1949 la revista incluirá en su portada “con censura eclesiástica para niñas mayores de 7 años”, aunque si utilizamos las cartas de las lectoras, vemos que las edades más repetidas son las que rondan entre los 10 y 13 años. Tanto en esta como en las demás publicaciones estudiadas, la correspondencia debe entenderse como una aproximación orientativa a la edad de las lectoras, puesto que en muchas de las misivas publicadas no aparece especificada la edad, de igual modo que es probable que algunos sectores de edad fueran más propensos a escribir que otros.

Pese al éxito de Mis chicas durante buena parte de la posguerra, la publicación se encontró en sus últimos años con un aumento de la competencia debido a la disminución de trabas a la hora de publicar revistas juveniles que se produjo a partir de 1947 (Martín, 2000: 118; Loranca, 2013: 79). Las editoriales, amparadas por los tímidos cambios que empezaba a experimentar el país, buscaron fórmulas en las que primara el entretenimiento sobre la instrucción (Porcel, 2011: 130). El mejor ejemplo de este nuevo modelo de revista iba a ser Florita, publicada por Ediciones Clíper desde 1949 hasta 1959, y a partir de entonces y hasta su desaparición en 1961 por Hispano Americana de Ediciones; ambas editoriales eran empresas privadas que buscaban, antes que nada, realizar un producto comercial que arrojara beneficios. De este modo, la imagen como reclamo ganaba fuerza frente al texto, el lenguaje resultaba más cercano a la par que menos paternalista, y aunque siguieron existiendo secciones con una finalidad educativa, estas fueron reduciéndose con el paso de los años.

Ilustración 3.

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Tres páginas interiores de Florita n.º 98 (1951) donde pueden apreciarse los diversos contenidos de la publicación, que dio un mayor peso a la imagen y el entretenimiento, aunque sin desvincularse del tono pedagógico de su antecesora.

Florita, n.os 1-490 (1949-1959), ©Ediciones Clíper.

Además del empleo de autores españoles, destacando Vicente Roso como creador del personaje que daba nombre a la publicación, también se incluyeron historietas de origen extranjero, como la británica Belinda o la estadounidense Mary Marvel, que ofrecían a las lectoras un espectro de tramas y ambientes mucho más amplio. De este modo, aunque en su estructura era similar a Mis chicas, en Florita ganó fuerza el entretenimiento, con historietas cómicas y de aventuras, relatos y artículos. Los consejos prácticos fueron dejando de lado la limpieza del hogar, centrándose más en manualidades y recetas fáciles de cocina, entre las que también se pudo ver algún cóctel con alcohol. Las secciones de pedagógicas quedaron limitadas a “Vidas ejemplares”, que era una colección de biografías, y “Pequeños defectos que debemos corregir”, donde se daban consejos más relacionados con los modales que con la moral y la religión católicas. Por último, ya avanzada la publicación, se añadieron diversas secciones para mantener un mayor contacto con las lectoras: petición de amigas por correspondencia, secciones de consultas, etc. Para conocer la edad de las lectoras necesitamos recurrir, al igual que en Mis chicas, a las secciones de correspondencia: el espectro de edades es mucho más amplio, oscilando entre 10 y 18 años, aunque lo más habitual eran las lectoras de entre 12 y 15 años.

El modelo de Mis chicas y Florita iba a servir de ejemplo a la editorial Bruguera para lanzar la revista femenina Sissi en 1958, manteniéndola en el mercado hasta 1963. Sin embargo, esta poseía unas características particulares, tanto por la personalidad del director editorial, Rafael González, que daba pautas concretas para la creación de las publicaciones y los personajes, revisando de cerca el material que iba a publicarse (Guiral, 2005: 63-64), como por las características del personal artístico, en la mayoría de las ocasiones profesionales varones (aunque a veces lo escondieran con el uso de pseudónimos femeninos) que llevaban tiempo trabajando en las series de humor de la editorial, y que debían producir a gran velocidad, por lo que era habitual el empleo de fórmulas y clichés a la hora de crear los contenidos de las publicaciones, tanto por ahorrar tiempo como por explotar aquellos temas que anteriormente ya se habían mostrado populares entre el público (Rodríguez Moreno y Sepúlveda Navarrete, 2016: 252). Especial atención merece la figura del escritor Francisco González Ledesma, que bajo el pseudónimo de Silvia Valdemar se encargó de redactar muchos de los artículos y responder las secciones de correo de la publicación; aunque en 1958 estaba lejos de ser un adolescente a sus treinta años, sí que debía de tener un mayor conocimiento de la cultura juvenil que la mayoría de colaboradores de la editorial, más mayores.

Todo ello tuvo su reflejo en Sissi. En primer lugar, el dirigismo de González favoreció que existieran unas secciones fijas que apenas variaron a lo largo de los años, dando una gran coherencia interna a la revista. Incluso cuando una serie finalizaba debido a la marcha de su dibujante, esta era sustituida por otra muy similar, de tal modo que la comedia de pareja “Maripili y Gustavito, todavía sin pisito” del dibujante Nadal simplemente dio paso a “Roberto y Elisenda, una pareja estupenda” de Íñigo; la desesperada búsqueda de marido mostrada en “Margarita Gautiérrez, la dama de los cabellos” del artista Jorge fue sustituida por “Floripondia Piripí se pirra por dar el sí” de Peñarroya; el fin de la comedia matrimonial “Ayer… y hoy” del estadounidense Roy Fox se solventó dibujando historietas nuevas realizadas por unos de los autores de la casa, Segura. Por otro lado, las historietas y relatos de romance y el humor ganaron peso frente a la aventura, que desde el principio estuvo ausente de las páginas de la publicación, al mismo tiempo que proliferaron los artículos sobre cine y moda, dejando un espacio ínfimo a las manualidades, las recetas de cocina y los contenidos culturales. Los consejos, aunque sobrevivieron en secciones como la columna de Silvia Valdemar o en la sección de correspondencia “Tu problema”, ya no iban centrados a cuestiones religiosas ni a enseñar buenos modales pequeñoburgueses, sino que hablaban de problemas más cercanos a las adolescentes, empleando para ello un lenguaje cercano y menos recriminatorio que en las revistas anteriormente vistas. Finalmente, la relación con el público fue mucho más intensa, existiendo diversas secciones a las que podían escribir, compartiendo gustos y problemas, y también entablando amistad por correspondencia con otros lectores (que, por primera vez, se veía que eran de ambos sexos). Por los temas románticos que trata, parece evidente que la publicación se dirigía a un público adolescente, algo que confirman las edades que vemos en las secciones de correspondencia: las edades más comunes oscilan entre los 13 y los 19 años (lo que no quiere decir que no hubiera cartas de algunas muchachas más jóvenes ni de mujeres adultas), aunque resulta especialmente numerosa la franja de lectoras que tienen entre 15 y 17.

Finalmente, para entender tanto la producción como los contenidos también es necesario hablar de la censura, un instrumento de control siempre presente durante la dictadura como una forma de garantizar los valores ultraconservadores, nacionalistas e integristas católicos del régimen (Gubern, 1981: 21-22). No obstante, hasta principios de los años cincuenta las autoridades carecieron de una estructura y una normativa específicas para controlar la prensa infantil y juvenil, permitiendo que dichas publicaciones gozaran de una relativa libertad (Fernández Sarasola, 2019: 465-466); consciente de las limitaciones del aparato censor, Gil Roësset buscó la supervisión de la Iglesia, pasando Mis chicas por la censura eclesiástica, lo cual era anunciado en sus portadas como una garantía del valor moral del producto.

No obstante, el aumento de revistas infantiles y juveniles que se produjo desde finales de los años cuarenta, sumado al interés puramente comercial de las mismas, incitó al Ministerio de Información y Turismo a aumentar el control sobre los contenidos publicados. Es por ello que en 1952 se creó un panel de expertos para asesorar al Ministerio, la Junta Asesora de la Prensa Infantil (JAPI), que en 1955 creó una serie de normas específicas para las publicaciones infantiles y juveniles (Rodríguez Moreno, 2018: 121); además de la regulación de los contenidos, la normativa exigía que las publicaciones juveniles especificasen si iban dirigidas a un público masculino o femenino, quedando implícito que los contenidos y objetivos de las publicaciones para chicas debían ser diferentes a los de las publicaciones para chicos (Rodríguez Moreno, 2016: 243).

Aunque solemos pensar que la censura era tremendamente eficaz y se hallaba bien organizada, lo cierto es que en este periodo los encargados de controlar las publicaciones infantiles y juveniles eran los mismos “lectores” que controlaban las demás revistas y libros que se editaban en España, careciendo del tiempo, los recursos y los conocimientos necesarios para aplicar los rigurosos criterios de la normativa aprobada en 1955 (Rodríguez Moreno, 2018: 122). No sería hasta la transformación en 1962 de la JAPI en la Comisión de Información y Publicaciones Infantiles y Juveniles que el Ministerio de Información y Turismo empezó a ejercer un mayor control sobre el contenido de las publicaciones infantiles y juveniles (Sanchís, 2010: 104), aunque su reglamento interno no fue aprobado hasta septiembre del año siguiente, por lo que no tuvo tiempo de afectar a Sissi, que desapareció de los kioscos unos meses antes.

Ahora bien, pese a ejercer un control limitado sobre los contenidos, la censura tuvo un impacto que no podemos desdeñar, pues era una espada de Damocles sobre la cabeza de las editoriales: si los censores pedían cambios a una revista, esta se arriesgaba a no llegar a tiempo a los puntos de venta esa semana, con la consecuente pérdida de ingresos para la empresa. Además, tras la creación de la normativa de 1955, la JAPI mandó diversas instrucciones a las editoriales, en las que detallaba la forma de tratar ciertos temas, señalando de forma explícita que las revistas juveniles debían poseer contenidos diferentes de acuerdo al género al que se dirigiera: “el campo de la aventura y la proeza [corresponde] al adolescente; la idealidad, el sentido de lo cotidiano y una dulce atmósfera de pureza, a las muchachas” (Vázquez, 1963: 94). Fruto de ello, el personal creativo y las propias editoriales acabaron imponiéndose una autocensura aún más restrictiva que la dictada por el propio régimen (Sanchís, 2010: 39; Fernández Sarasola, 2014: 143), esquivando de este modo ciertos temas en favor de otros mejor aceptados por la dictadura, fomentando lo que el profesor Andrés Romero de la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid señalaba como los aspectos fundamentales de las publicaciones infantiles y juveniles: una “estricta moralidad” y un “sentido social” (Romero, 1975: 158-159).

Las identidades femeninas a través de las páginas de Mis chica y Florita

Las revistas femeninas resultan fuentes complejas a la hora de analizar las identidades, pues si bien es cierto que por un lado presentan como gran protagonista a las mujeres, por otra parte se centran en ayudar a que sus lectoras se acomoden a un hombre, adaptando su aspecto, sus habilidades e incluso su conducta para lograrlo; es por ello que investigadoras como María del Mar Muñoz Ruiz han señalado que, pese a las apariencias, “el verdadero protagonista de la prensa femenina es el varón” (Muñoz Ruiz, 2003: 102-103). Y es que no podemos olvidar que estas publicaciones asignaban (y en buena medida, aún hoy lo hacen) a las mujeres el hogar, lo privado, lo afectivo y lo banal como sus ámbitos “naturales”, todo lo opuesto al papel que se esperaba de los hombres (Lomas y Arconada, 2003: 157-158). Obviamente, estos valores coincidían con los de la dictadura, si bien no eran un invento de esta, sino una construcción de la sociedad de finales del siglo XIX (Blasco Herranz, 2008: 85), como muestra el hecho de que estas creencias aparecieran también en otros muchos países, algunos con sistemas democráticos firmemente asentados; un ejemplo de ello lo tenemos en la revista estadounidense Seventeen, que cuando apareció en 1944 mezclaba consejos de moda y belleza con otros sobre valores ciudadanos y orientación laboral, pero que a finales de la década había descartado estos dos últimos contenidos, sustituyéndolos por secciones de romance y tareas domésticas (Massoni, 2010: 7-8). Es por ello que a la hora de sumergirnos en las páginas de Mis chicas y Florita no debemos caer en el error de ver la mano de la dictadura detrás de cada viñeta ni cada artículo, pues si bien es innegable que influenció las revistas, ya hemos vistos que no hacía falta ni un sistema autoritario ni un mecanismo de censura estatal para fomentar una identidad femenina volcada en la esfera privada.

En este sentido, Mis chicas ofrecía muchos elementos que la acercaban a una publicación femenina tradicional: sus personajes femeninos mostraban una capacidad innata para realizar tareas de cuidado tanto de otras personas como del hogar, como demostraba Anita Diminuta al cuidar y curar a otros pese a no poseer ninguna instrucción médica (n.º 1, 1941) o Tomasita al limpiar sin esfuerzo y con gran eficacia toda su casa (n.º 24, 1941). Para ayudar a las lectoras a ser tan hacendosas como las protagonistas, la revista presentaba secciones fijas como “Aprendamos divirtiéndonos”, que en modo alguno disimulaban el papel que se esperaba que las lectoras desempeñaran en un futuro no muy lejano: “Como estáis aprendiendo a ser unas buenas amas de casa para el día de mañana, voy a daros unas ligeras nociones sobre el fregado y la conservación de la vajilla” (n.º 209, 1946). También había espacio para la moda, unas veces planteada de una forma didáctica, a través de patrones para hacer vestidos a Mariló, la muñeca que patrocinaba la revista, algunos tan complejos como un pijama de cuerpo entero (n.º 106, 1943); otras veces mostrando cuáles eran los conjuntos adecuados para cada ocasión, como hacer deporte o ir a la feria (n.os 373 y 403, 1949 y 1950), aunque siempre siguiendo las pautas morales de la época, que apostaban por faldas largas y ausencia de escotes (Ayala, 1947, 123).

Es posible que esa preocupación por la moral fuera la que llevara a la revista a desechar cualquier sección con contenidos románticos, optando en su lugar por aquellos de índole religiosa. Dichos contenidos aparecían muchas veces de forma encubierta, como la explicación de la importancia de la limosna en la historieta “Un reto de cinco siglos” (n.º 302, 1947) o la explicación de cómo una indígena mexicana se acultura y bautiza en el relato “Marina” (n.º 154, 1944); sin embargo, tampoco había especial problema en mostrar contenido religioso de forma más directa, como bien mostraba la sección “El tesoro escondido”, que explicaba diversos elementos del catolicismo: “Quiero que aprendáis algunas cosas sobre la oración. ¡Si supierais qué bueno es rezar con devoción! Hay gente mala, la cual se figura que rezar el Padrenuestro o el santo Rosario, es perder el tiempo. ¡Pobre gente! No saben cuánto vale rezar bien” (n.º 294, 1947). No puede extrañar, por lo tanto, que los investigadores hayan considerado en muchas ocasiones que Mis chicas era una herramienta del régimen para inculcar a sus jóvenes lectoras un modelo de feminidad muy concreto (Moix, 2007: 164), si bien los análisis más recientes recuerdan que también aparecieron historietas de aventura protagonizadas por muchachas que resultaban ser autónomas, valerosas e ingeniosas, rompiendo con el modelo femenino de la época (Barrero, 2016: 11).

Comparada con Mis chicas, Florita presentaba algunos cambios destacables, pues aunque aún era posible encontrar ciertos contenidos religiosos, como la recomendación de rezar antes del almuerzo (n.º 121, 1952) o biografías de mujeres piadosas como la Beata Isabel Bichier des Âges o Santa Florentina (n.os 387 y 423, 1957 y 1958), estos textos aparecían dentro de secciones pedagógicas como “Pequeños defectos que debemos corregir” y “Vidas ejemplares”, que no se dedicaban exclusivamente a la religión, sino que también daban consejos para tener una buena convivencia con los hermanos (n.º 74, 1951) o alababan diversas virtudes de personajes históricos, como el esfuerzo y la superación de la actriz francesa Anna Judic (n.º 288, 1955). De hecho, las historietas de Florita reflejaban una sociedad menos preocupada por los aspectos morales y más interesada en un mejor nivel de vida (Ramírez, 1975: 59), como demostraba el hecho de que Florita poseyera una amplia habitación para ella sola (n.º 163, 1953), dispusiera de personal doméstico (n.º 15, 1949), veranease en la playa (n.º 254, 1954), acudiera a fiestas (n.º 134, 1952) e incluso dispusiera de un televisor (n.º 94, 1951); de igual modo, la revista comenzaba a mostrar un interés por el romance, mostrando inocentes romances, como el de Florita con Fredy o el de “Pitusa y Felipe, dos novios felices”, donde se mostraban de forma cómica las desavenencias de las parejas (n.º 8, 1949). Además, la publicación también reconocía a las mujeres capacidades más allá del ámbito doméstico, como demostraban historietas seriadas como “Belinda”, “Rosa Mary, la niña detective” o “Elvirita”, que resolvían misterios, a las que se sumó en la etapa final de la revista la superheroína “Mary Marvel”, que se enfrentaba a todo tipo de delincuentes.

Ahora bien, estos cambios no significaron el abandono de los roles tradicionales ligados al cuidado del hogar y la familia, con secciones como “Recetas de Florita”, “Labores de Florita” o “Florita aconseja...”, que en un solo número podían ofrecer la receta de una sopa de lentejas, instrucciones para decorar con un bordado el delantal, consejos sobre cómo construir un práctico escritorio con pocos materiales, trucos para conservar mejor los alimentos y técnicas para limpiar manchas difíciles (n.º 26, 1950). Este discurso que preparaba a las lectoras para ser buenas amas de casa se veía reforzado por las historietas de la propia Florita, que se convertía en motivo de burla a causa de sus caprichos con la comida (n.º 2, 1949), escasa habilidad para realizar la limpieza del hogar (n.º 81, 1951) y desastrosas habilidades culinarias (n.º 182, 1953). De este modo, la publicación incitaba a sus lectoras a una constante búsqueda de la perfección en el ámbito doméstico y familiar para satisfacer así a aquellos que las rodeaban: sus padres y hermanos en el presente, sus esposos e hijos en el futuro (Jiménes Morales, 2011: 161).

Por lo tanto, Mis chicas y Florita asumían abiertamente que el papel de las mujeres estaba en el hogar, con la diferencia de que la primera presentaba unos valores claramente católicos, mientras que en el caso de la segunda eran valores burgueses, dando menos importancia a las enseñanzas religiosas pero manteniendo un carácter claramente conservador. Y a pesar de todo ello, en ambas publicaciones hubo espacio para personajes femeninos que rompían con dicho modelo, si bien el núcleo principal de historietas, relatos y secciones apuntaban en otra dirección.

Las identidades femeninas a través de las páginas de Sissi

Con la aparición de Sissi surgieron dos importantes novedades con respecto a sus antecesoras. La primera fue la aparición de historias de amor y secciones de consulta sobre problemas sentimentales, de modo que por primera vez se mostraban noviazgos, desengaños y rutinas matrimoniales, obviamente siempre dentro de los rígidos límites que eran de esperar en una dictadura como la franquista. Las historietas románticas habían comenzado a aparecer como cuadernillos como Azucena (1946-1950) o Ardillita (1953-1966), centradas exclusivamente en historietas que mezclaban elementos fantásticos de cuento de hadas con elementos románticos. Sin embargo, Sissi era la primera revista juvenil que tocaba el tema romántico desde una perspectiva realista (aunque indudablemente idílica) en historietas, relatos, artículos y secciones de correspondencia. La segunda novedad consistió en el tono totalmente lúdico de la revista, centrándose en las historietas, los relatos, el fomento de la amistad por correspondencia y artículos sobre moda y cine. La desaparición de la instrucción religiosa, las recetas de cocina, los patrones de costura y los consejos de limpieza mostraban el cambio de mentalidad de una juventud que empezaba a ver que la vida les ofrecía mucho más que la austeridad y la opresión religiosa del pasado reciente. Estos cambios venían propiciados en parte por algunas reformas legales, como la modificación del Código Civil (1958) y la ley sobre derechos políticos, profesionales y de trabajo de la mujer (1961), que dentro de sus limitadas propuestas ofrecían nuevos espacios y derechos a la población femenina, que servirían de base para otras reformas futuras (Ruiz Franco, 2003: 134-135); pero sobre todo eran fruto de las transformaciones sociales causadas por el aumento de tamaño de las ciudades y el desarrollo de una sociedad de consumo, que favorecieron el desarrollo de una cultura juvenil que permitió una relación más libre e informal entre hombres y mujeres (Morcillo Gómez, 2015: 352-353).

Ahora bien, ya hemos visto en el caso de Florita que los cambios dentro de la publicación, incluso cuando reflejan una sociedad más moderna y consumista, no tienen por qué significar la aparición de nuevas identidades femeninas. ¿Ofrecía Sissi alguna alternativa al modelo de mujer tradicional? En ocasiones parecía que no, puesto que la revista se mostraba contraria a las nuevas costumbres que empezaban a imponerse:

Sí (…), cada vez que nuestro padre se enfada porque llegamos a casa a las diez de la noche, cada vez que nuestra hermana mayor se ríe de nosotras porque nos hemos maquillado demasiado generosamente, sale siempre de nuestros labios la misma eterna frase: –¡Qué anticuados sois! Los tiempos han cambiado y yo soy moderna. […] Pero ahora, sinceramente, díme (sic.), ¿de verdad crees tú que a eso de lo que alardeas, se le puede llamar modernismo?… Yo lo llamaría falta de pudor o exceso de ligereza… por lo menos (n.º 23, 1958).

Diversos artículos, con títulos como “Olvida el maquillaje” (n.º 38, 1958) o “No te menosprecies” (n.º 122, 1960) recordaban a las lectoras que la auténtica belleza era una cualidad interior, por lo que no debían preocuparse demasiado por lo que dictasen las modas ni por cómo se arreglasen otras muchachas. De este modo, cuando una lectora pedía en la sección “Tu problema” consejos para poder ser tan atractiva como su amiga, la respuesta que recibía era tajante: “No es tu físico lo que debe preocuparte, sino tu carácter” (n.º 234, 1962). También los chistes gráficos ridiculizaban a las mujeres que se preocupaban excesivamente por su apariencia, como la joven que en pleno invierno se quejaba a su médico: “Estoy aterrada, doctor… ¡No sé qué hacer…! ¡Tengo frío con esta ropa de verano!” (n.º 1, 1958) o la muchacha que se exasperaba con las pruebas del oculista: “¿Es necesario todo esto? Yo sólo quiero llevar gafas para parecer más inteligente” (n.º 61, 1959).

Sin embargo, eso no impedía que la revista siguiese los cambios de la moda en “Hablemos de trapitos” o se embelesase con las belleza de las actrices en “Mirando las estrellas”, igual que no era obstáculo para que informase de las últimas novedades discográficas en “El lanzamiento del disco”.

Ilustración 4.

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Páginas interiores de Sissi n.º 206 (1962) donde vemos que la moda y el cine eran elementos habituales de la revista, mostrando de este modo a las lectoras nuevos modelos de belleza muy influidos por el panorama internacional.

Sissi, n.os 1-273 (1958-1963), ©Editorial Bruguera.

Por ello, más que un rechazo frontal a las modas y gustos de su tiempo, la publicación parecía más encaminada a concienciar a las lectoras de la necesidad de adaptarse a los cambios (reconociendo el valor e interés de muchos de estos), evitando una ruptura drástica con las costumbres existentes. Un ejemplo de ello lo tenemos en la carta que tres amigas, Maite, Cata y Sachi, quienes al escribir quejándose del gusto de sus compañeras por el rock, no recibieron el apoyo que a lo mejor esperaban: “Quizá si vosotras, aún (sic.) prefiriendo la música clásica […], diérais (sic.) un primer paso para comprender que la música moderna es ideal para animar un guateque […] y que también no todas, desde luego, pero sí algunas composiciones podrán pasar a la posteridad, os sería mucho más fácil sentiros identificadas con vuestras compañeras… y tendrían también muchas más ocasiones de divertiros alegre y sanamente […]. Aprended a vivir al compás del tiempo, sabiendo ser modernas, pero evitando caer en el modernismo” (n.º 250, 1963).

Y es que, aunque Sissi no creía que fuera bueno abrazar todos los cambios que se estaban produciendo (lo que Silvia Valdemar llamaba “modernismo”), sí que consideraba que muchas transformaciones, incluso si provenían del extranjero, eran positivas. En ese sentido, la publicación consideraba bueno que las jóvenes hicieran deporte, gozaran de cierta independencia, tuvieran un empleo, desarrollaran una opinión propia o llevaran pantalones, si bien también recordaba a sus lectoras que era importante mantener vivo “tu romanticismo, tu sensibilidad de mujer, tu inclinación hacia las cosas de la casa, tu dulzura…” (n.º 110, 1960).

Por su parte, el romance también se convirtió en uno de los pilares principales de Sissi, si bien siempre mostrado como parte del binomio amor-matrimonio y envuelto en un discurso superficial que no abordaba ni sus problemas ni sus mitos (Peinado Rodríguez, 2012: 153). La revista repetía por lo tanto toda una serie de tópicos existentes en la cultura popular, ofreciendo de este modo un concepto de amor muy restringido que se puede definir como “una emoción pura que te permite combatir contra todas las dificultades para poder estar junto a tu pareja perfecta, la cual te hace feliz y te completa, incluso si es una persona a la que acabas de conocer” (Rodríguez Moreno y Sepúlveda Navarrete, 2016: 270). De este modo, el amor verdadero se podía presentar a primera vista, como sucedía en el relato “El amor llamó a mi puerta” (n.º 177, 1961) o la historieta “Fuiste mi redención” (n.º 88, 1959). Además, era un amor espiritual, cuya castidad se daba por garantizada, pero que en todo caso era ardientemente defendida por las mujeres, como mostraba Maripili al dar una bofetada a su novio cuando este se permitía la confianza de besarla en la mejilla.

Ilustración 5.

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La moral mostrada en Sissi continuó siendo muy conservadora, como muestra esta escena publicada en Sissi n.º 15 (1958) en la que Maripili abofetea a su novio por haberla besado en la mejilla.

Sissi, n.os 1-273 (1958-1963), ©Editorial Bruguera.

Por lo tanto, el amor no estaba relacionado con la belleza ni mucho menos el placer, sino que se creaba a través de una conexión especial, podría decirse que casi mística, que conducía a los enamorados hacia el matrimonio, paso previo para conseguir la felicidad absoluta (véase ilustración 6), como bien sabía la protagonista de “Maritina, la chica de la oficina”, que tenía muy claro los pasos a seguir con el hombre del que estaba enamorada: “He de conseguir enamorarle y casarme con él” (n.º 168, 1961).

Ilustración 6.

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No todas las historietas y relatos acababan en boda, pero estas eran un elemento recurrente, como muestra esta portada de Sissi n.º 169 (1961).

Sissi, n.os 1-273 (1958-1963), ©Editorial Bruguera.

Eso no quiere decir que todas las historietas y relatos de la publicación acabasen en matrimonio, pero sí que se daba a entender que las relaciones que se mostraban en sus páginas pasarían antes o después por la vicaría: “[c]uando Dick sintió los brazos de Joan alrededor de su cuello, supo que aquel era en realidad su primer amor y para siempre” (n.º 2, 1958).

Esta constante exposición al amor, alimentada además por el cine y las novelas de bolsillo, animó a las lectoras (y también a algunos lectores) a plantear sus propios problemas e inquietudes amorosas a las secciones de correo de la revista. Aunque los problemas planteados eran muchos (desengaños, reencuentros inesperados, flechazos, diferencias de clase social, etc.), uno de los más comunes era que el chico amado no reunía el valor suficiente para confesar sus sentimientos, ante lo que la revista recomendaba evitar tomar un papel activo en la búsqueda del amor: “[t]e aconsejo que no hagas nada y te limites a esperar [a que él se declare] ¿qué ganarías con hacer el ridículo dando un paso en falso?” (n.º 47, 1959), aunque si el que escribía era un muchacho, el consejo apuntaba en otra dirección: “Comprendo tus dudas y tus vacilaciones. Pero debes vencerlas (…). Declárate” (n.º 158, 1961). Por otra parte, la revista se mostraba tajante con aquellas lectoras que no rozaban, como mínimo, los 18 años: “Pero, ¡criaturas!, ¿no os dais cuenta de que todos estos terribles problemas que tenéis son completamente absurdos a vuestra edad, como sería absurdo que os maquillárais (sic.) y os pusiérais (sic.) los zapatos de tacón de vuestras hermanas o de otras chicas de dieciocho años…?” (n.º 106, 1960), insistiendo siempre en aprovechar el presente para formarse:

La adolescencia [...] no es la edad de poder pensar ya en noviazgos, sino la de prepararse para el futuro, moral, intelectual y espiritualmente, sabiendo mantener con los muchachos sanas y amistosas camaraderías (n.º 264, 1963).

A las lectoras se les planteaba el amor, por lo tanto, como un suceso decisivo en sus vidas, pero en el que tendrían un papel totalmente pasivo, razón por la que primero debían aprovechar para formarse y madurar, de tal modo que pudieran atraer a buenos pretendientes.

Quizá conscientes de la extrema idealización del romance y el matrimonio, los diversos autores que escribían las secciones de Sissi procuraron advertir que el amor no era un cuento de hadas. De este modo, era posible encontrar test que planteaban a las lectoras “¿Son realistas tus ideas sobre el matrimonio?” (n.º 218, 1962) o artículos que les aconsejaban “Aprendamos a soñar” (n.º 19, 1958) además de historietas que advertían contra los celos, frecuentes en “Maripili y Gustavito, todavía sin pisito” (n.º 18, 1958), o relatos serializados en los que la protagonista debía aprender a limitar sus expectativas y aceptar lo que el destino había tenido a bien ofrecerle (n.os 181-191, 1961). De igual modo, puesto que las jóvenes españolas empezaban a sentir los efectos de una cultura más consumista y mostraban un menor interés por repetir los roles familiares que habían tenido sus madres y abuelas (Morcillo, 2008: 55), la publicación advertía a través del humor lo desastroso que aquello podía ser para una relación, por mucho amor que existiera: un esposo observaba una cocina llena de humo mientras su esposa le comentaba “Querías tu bistec bien asadito, ¿verdad, querido?” (n.º 88, 1959)…”, una novia golpeaba a su novio cuando este no se comportaba como ella quería (n.º 18, 1958) o un esposo obligado a realizar las tareas domésticas (n.º 44, 1958). Un tema típico en los chistes era el de las mujeres que adoptaban roles masculinos, presentándose como humorístico el maltrato de la mujer al hombre, infiriendo de esta forma que lo “normal” era justamente lo contrario, que fuera el hombre el que utilizase la violencia para imponer su criterio, lo que nos da pistas sobre la idea de la violencia de género en la época. Sissi planteaba, en definitiva, que las ensoñaciones sobre el amor o el rechazo de los roles tradicionales podían conllevar el que sin duda era, a ojos de la publicación, el castigo máximo para una mujer: no conseguir un esposo. El trágico destino de estas mujeres, siempre en búsqueda de un pretendiente que nunca llegaba, se mostraba en diversas tiras cómicas como “Margarita Gautiérrez, la dama de los cabellos”, “Floripondia Piripí se pirra por dar el sí” o “Nuestra tía Enriqueta”, mujeres adultas que recurrían a todo tipo de ardides desesperados para hallar al hombre de sus sueños, desde consultar un adivino hasta dedicarse a salvar náufragos con la esperanza de que alguno de ellos, agradecido, la desposase (n.os 8 y 259, 1958 y 1963). Y es que el miedo a quedarse soltera y convertirse en una “solterona” estaba muy presente no solo en los contenidos de las revistas, sino también en las cartas de las propias lectoras: “Somos cuatro amigas, de aspecto corriente. Pero, a pesar de que conocemos a muchos chicos y de que por la calle nos dicen a veces piropos, nunca vamos acompañadas. Las otras chicas se burlan de nosotras. Tememos quedarnos solteras. ¿Qué podemos hacer?” (n.º 36, 1958).

¿Cómo evitar tal destino? Cuidando las cualidades femeninas que la publicación consideraba que no podían quedar sepultadas bajo la modernidad, y que planteaba en artículos con nombres tan descriptivos como “Ser una ayuda, no una carga” (n.º 32, 1958), “Piensa en los demás” (n.º 81, 1959), “Corrige tus defectos” (n.º 104, 1960) o “Evita hablar de tus problemas” (n.º 133, 1960), en los que enfatizaba el deber y el sacrificio hacia los demás, sacrificando las expectativas y aprendiendo a silenciar los problemas propios, que se consideraban insignificantes, recomendándose ante todo “cooperar y cumplir sonriendo las razonables exigencias del hogar, del trabajo y de la vida social” (n.º 1, 1958). En este sentido, la revista se mantenía fiel al modelo tradicional de feminidad, idealizando la figura de la hija/esposa/madre dócil y hacendosa cuya existencia giraba alrededor del bienestar de los demás, solo que le aplicaba una pátina de romanticismo.

Ahora bien, la revista sí que había abrazado sinceramente algunos de los cambios sociales producidos, como por ejemplo las nuevas oportunidades de formación y empleo de las mujeres, que no dudaba en defender ante su público, presentando la escuela y la oficina como espacios habituales de sus historietas.

Ilustración 7.

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Aulas y oficinas se convirtieron en espacios habituales de las historietas, reflejando los nuevos ámbitos en los que la presencia femenina se estaba haciendo más presente, como muestran estas páginas interiores de Sissi n.os 204 y 247 (1962).

Sissi, n.os 1-273 (1958-1963), ©Editorial Bruguera.

Cierto es que esto era un reflejo de los tiempos, pero en modo alguno debemos pensar que era una representación inevitable, pues recordemos que en Florita, durante sus años finales, no se hacía referencia al mundo laboral. La revista de Bruguera tampoco se limitaba a repetir el discurso oficial de la dictadura, que veía la incorporación de las mujeres al mundo laboral como un mal menor que obedecía a las necesidades económicas de la familia, nunca como una forma de realización ni autonomía de las mujeres (Di Febo, 2003: 42). Muy por el contrario, la revista animaba a sus lectoras a formarse, recordándoles que los estudios eran un deber igual de importante que el de ayudar a la madre en las tareas domésticas (n.º 80, 1959), pues la cultura y los buenos hábitos de trabajo siempre le serían útiles en el futuro:

Tus posibilidades de ser feliz y hacer felices a los que te rodean serán tanto mayores cuanto mayor sea tu cultura y cuanto más hayas desarrollado y ejercitado tu inteligencia; y, aparte (…) no debes olvidar que quizá tus actuales proyectos [de matrimonio] no lleguen a realizarse (n.º 181, 1961).

De hecho, en contra de la costumbre de dirigir a las mujeres a carreras feminizadas como podían ser el magisterio o la enfermería, Sissi animaba a elegir profesiones que ante todo resultaran satisfactorias; de este modo, cuando una lectora llamada Berta escribió explicando: “Desearía estudiar arquitectura, pero mi familia se ha llevado las manos a la cabeza asegurando que me convertiré en un muchachote y que todo lo más, ya que me empeño en estudiar, debo elegir Filosofía y Letras, Magisterio, o algo por el estilo” (n° 9, 1958), recibió ánimos para estudiar lo que deseara, asegurándole que eso no afectaría a su feminidad. Y a pesar de que la revista no defendía abiertamente que una mujer pudiera realizarse fuera del hogar, sí que mostraba personajes que se hallaban a gusto en su empleo y mostraban orgullo en sus conocimientos y buen hacer: “Trabajaba en una oficina. Sabía inglés, francés, mecanografía y taquigrafía, y me desenvolvía bastante bien” (n.º 180, 1961).

Ahora bien, al mismo tiempo que parece existir una confianza en las capacidades de las mujeres como estudiantes y empleadas, también persiste cierto miedo a que no sepan manejarse en un ambiente profesional. De este modo, un artículo consideraba necesario dar recomendaciones para no dejar que la supuesta obsesión femenina por el aspecto interfiriera en el trabajo: “Vista siempre con las ropas que necesita para sus actividades. Si sus uñas, por trabajar ante una máquina de escribir o en una labor manual cualquiera, no pueden ser las mismas que las de aquéllas que viven solamente para «lucirse»…, llévelas cortas, apenas lustradas” (n.º 3, 1958). Por su parte, algunos chistes gráficos parodiaron a empleadas que no entendían la mecánica del mundo laboral: “No tengo nada que hacer. Olvidé en casa las pinzas de depilar, la lima de uñas y el libro que estaba leyendo” (n.º 141, 1960). Para evitar este tipo de actitudes, la publicación se creía en la necesidad de insistir en la importancia de dejar de soñar en el trabajo y volcarse en la actividad que se realizaba, con artículos como “Cuida tu trabajo” (n.º 181, 1961) o “Ama tu trabajo” (n.º 217, 1962), que debían preparar a sus lectoras a integrarse en una España muy diferente a la que habían vivido sus madres. En todo caso, Sissi parecía ver los estudios y el trabajo como una fase previa al matrimonio, algo que vemos en respuestas como la que recibe Nora al plantear que su novio quiere que deje los estudios: “lógicamente dejarás de estudiar el día que decidas transformarte en una verdadera «ama de casa»” (n.º 40, 1958), pero que también se deducen del hecho de que en las historietas y relatos no aparecen mujeres casadas que trabajen fuera del hogar.

Conclusiones: modernas, no modernistas

Tras revisar los contenidos de las revistas juveniles femeninas publicadas desde la posguerra hasta los primeros años del desarrollismo, se hace evidente que estas poseyeron unos contenidos que las acercaron a las revistas femeninas tradicionales, pero presentando algunas diferencias importantes. De este modo, siendo como era Mis chicas una revista fuertemente ligada a la dictadura, no puede extrañar que su mensaje resultara profundamente conservador, aunque eso no le impidiera mostrar algunos personajes femeninos fuertes y con resolución, que en cualquier caso no cuestionaban abiertamente los valores presentados en la publicación. En el caso de Florita, pese a ser publicada por una editorial independiente más interesada en el entretenimiento que en el adoctrinamiento, seguía mostrando a sus lectoras que su destino era el cuidado de su familia y su hogar. En ambos casos, entonces, podemos identificar sus bases de pensamiento, pues incluso cuando tienen un fin comercial, mantienen en sus mensajes los modelos patriarcales que buscan trasmitir e inculcar en sus jóvenes lectoras.

Pero si Mis chicas y Florita presentaban algunas figuras excepcionales que no terminaban de casar con los roles tradicionales, en el caso de Sissi lo que encontramos son mensajes que en muchas ocasiones resultan contradictorios. La revista de Bruguera apostaba por una mujer que asumía nuevas costumbres y hábitos, si bien al mismo tiempo advertía contra el peligro de dejarse llevar por estos, recomendando ser “modernas”, pero no “modernistas”; estas contradicciones también se presentaban en los ámbitos del amor, los estudios y el trabajo remunerado. Pese a todo, Sissi mostró un mayor compromiso a la hora de retratar una sociedad cambiante, arriesgándose más que Florita, pues no solo se limitó a mostrar a jóvenes estudiantes, sino que incitaba a sus lectoras a formarse, a leer y a crecer como individuos. Además, en lugar de mostrar el trabajo fuera del hogar como una pesada carga consecuencia de la necesidad, lo representaba como un espacio en el que las mujeres (solteras, eso sí) podían desarrollarse profesionalmente y jugar un papel importante. Incluso el interés por el amor en historietas y secciones de correo, pese a su idealismo exagerado, dejaba entrever una nueva forma de relación entre hombres y mujeres, menos rígida que en la posguerra.

El aumento de estas contradicciones puede deberse a diversos factores. En primer lugar, a la existencia de diferentes puntos de vista entre las personas encargadas de realizar las secciones, donde encontraríamos autores con una visión más conservadora, pero también a otros más abiertos a los cambios que se estaban produciendo en la sociedad. En segundo lugar, también pesaba la forma de trabajar de Bruguera, pues aunque se quería crear una revista femenina que resultara moderna, el empleo recurrente de fórmulas y clichés por parte de la editorial favorecía la repetición de estereotipos que el personal creativo, sobre todo los hombres, consideraban divertidos, pero que bebían de prejuicios de género tales como considerar a las mujeres emocionales, poco eficientes o excesivamente influenciables. Además, aunque hoy sabemos que en aquellos años la censura no fue especialmente eficaz a la hora de controlar directamente el contenido de las publicaciones infantiles y juveniles, es indudable que en su momento se sintió como una presencia siempre vigilante, hasta el punto de que las propias editoriales se autolimitaban en un intento de evitarse problemas.

Estas contradicciones en las normas de género no eran exclusivas de Sissi, sino que también aparecían en otros medios culturales, como el cine, la música o la radio. De este modo, estos medios ofrecían modelos alternativos que adoptaban mujeres reales, unas veces de sobra conocidas (actrices, cantantes, etc.), otras veces anónimas pero no invisibles (estudiantes, trabajadoras), si bien en ambos casos servían de inspiración para una generación de mujeres que, a través de sus decisiones personales y acciones cotidianas, encontraban espacio para resistir y empezar a agrietar los rígidos moldes establecidos. En este sentido, un aspecto que no hemos incorporado en nuestro análisis, y que quedará como posible línea de estudio, es la forma en que el género se cruzaba con la clase social y la localización geográfica de las lectoras, pues obviamente el impacto de la revista en la vida de estas debió de variar dependiendo de su contexto, no siendo el mismo efecto el que provocaban en el caso de una joven de un barrio alto madrileño que en una muchacha de un pequeño pueblo de Andalucía.

Por ello, pese a sus contradicciones y limitaciones, resulta indudable que la revista supo conectar con una generación de lectoras que poseían unas aspiraciones diferentes a las que habían tenido sus madres, incluso sus hermanas mayores, y que descubrieron en sus páginas una serie de nuevos roles personales y profesionales que significaron un cambio importante con respecto a la España opresiva y austera de la que provenían1.

1  Este texto se ha desarrollado en el proyecto de investigación Género, Cultura y Subjetividad: Más allá de las políticas del conocimiento (siglos XV

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Notes

1  Este texto se ha desarrollado en el proyecto de investigación Género, Cultura y Subjetividad: Más allá de las políticas del conocimiento (siglos XV-XX) PGC2018-09-7445-B-C21 del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.

Illustrations

Ilustración 1. A la izquierda, portada de Mis chicas n.º 52 (1942), a la derecha, Sissi n.º 228 (1962).

Ilustración 1. A la izquierda, portada de Mis chicas n.º 52 (1942), a la derecha, Sissi n.º 228 (1962).

Mientras que una ofrece una bucólica imagen de la Virgen rodeada por ángeles y niñas que deja intuir los contenidos morales de su interior, la otra se centra en el entretenimiento, ofreciendo en su interior una biografía en imágenes de la actriz Sophia Loren.

Mis chicas, n.os 1-407 (1941-1950), Gilsa Ediciones; Sissi, n.os 1-273 (1958-1963), ©Editorial Bruguera.

Ilustración 2. Portada y página interior de Mis chicas n.º 154 (1944).

Ilustración 2. Portada y página interior de Mis chicas n.º 154 (1944).

A la izquierda puede apreciarse la historieta “Anita Diminuta”, de Jesús Blasco, un contenido de entretenimiento al que acompañaban secciones de costura, cocina, moral, etc.

Mis chicas, n.os 1-407 (1941-1950), ©Gilsa Ediciones.

Ilustración 3.

Ilustración 3.

Tres páginas interiores de Florita n.º 98 (1951) donde pueden apreciarse los diversos contenidos de la publicación, que dio un mayor peso a la imagen y el entretenimiento, aunque sin desvincularse del tono pedagógico de su antecesora.

Florita, n.os 1-490 (1949-1959), ©Ediciones Clíper.

Ilustración 4.

Ilustración 4.

Páginas interiores de Sissi n.º 206 (1962) donde vemos que la moda y el cine eran elementos habituales de la revista, mostrando de este modo a las lectoras nuevos modelos de belleza muy influidos por el panorama internacional.

Sissi, n.os 1-273 (1958-1963), ©Editorial Bruguera.

Ilustración 5.

Ilustración 5.

La moral mostrada en Sissi continuó siendo muy conservadora, como muestra esta escena publicada en Sissi n.º 15 (1958) en la que Maripili abofetea a su novio por haberla besado en la mejilla.

Sissi, n.os 1-273 (1958-1963), ©Editorial Bruguera.

Ilustración 6.

Ilustración 6.

No todas las historietas y relatos acababan en boda, pero estas eran un elemento recurrente, como muestra esta portada de Sissi n.º 169 (1961).

Sissi, n.os 1-273 (1958-1963), ©Editorial Bruguera.

Ilustración 7.

Ilustración 7.

Aulas y oficinas se convirtieron en espacios habituales de las historietas, reflejando los nuevos ámbitos en los que la presencia femenina se estaba haciendo más presente, como muestran estas páginas interiores de Sissi n.os 204 y 247 (1962).

Sissi, n.os 1-273 (1958-1963), ©Editorial Bruguera.

References

Electronic reference

José Joaquín Rodríguez MORENO and Paula Sepúlveda NAVARRETE, « “Los tiempos han cambiado y yo soy moderna”. Construcción y evolución de las identidades femeninas durante la apertura franquista », K@iros [Online], 6 | 2022, Online since 21 September 2022, connection on 21 November 2024. URL : http://revues-msh.uca.fr/kairos/index.php?id=727

Authors

José Joaquín Rodríguez MORENO

Doctor en Historia. profesor de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía.

Paula Sepúlveda NAVARRETE

Doctora en Arte y Humanidades, docente en la Universidad de Cádiz, impartiendo en los grados de Trabajo Social y Criminología.

Copyright

Creative Commons Attribution 4.0 International (CC BY 4.0)